No te preocupes, hoy no voy a enseñarte a pedir permiso ni a dar las gracias para adelgazar, sino que quiero explicar lo que pienso al respecto de la educación de los niños y del papel que debemos jugar los padres para proporcionarles la información y formación adecuada para que aprendan a disfrutar de su alimentación y nutrición. Aquí no puedo hablarte de estudios científicos sino de mi propia experiencia y de lo que a mí me funciona con mis hijos, que es fruto de las semillas que planto a diario, y esperar que a ti te funcione también si lo pones en práctica. En este artículo anterior, que puede ser de tu interés, también hablé de las charlas que doy ocasionalmente a niños en situación de riesgo de exclusión social en el marco de las actividades de la asociación Málaga Sana de la que soy miembro. Es para mí una prioridad que los niños, tanto los míos como aquellos que necesiten ayuda, reciban la formación adecuada en materia de nutrición, que lamentablemente no es la que se ofrece en los colegios.
Hace unos días mi hija pequeña me dijo que quería cocinar algo conmigo, así que le propuse que nos inventáramos una tarta usando ingredientes sanos y dejé que ella los fuese escogiendo. Entre los ingredientes incluyó galletas biscozone de CiaoCarb y mantequilla para hacer la base, queso crema, el preparado para hacer tartas de queso de Sukrin, gelatina 0% azúcar de Royal, fresas naturales y cereales de proteínas de Novo Nutrition para darle un toque crujiente a la tarta, además de un par de gotas de colorantes para hacerla divertida. Lo cierto es que nos salió una tarta un poco chillona como podéis ver en las fotos, pero muy rica y nutritiva, y me quedo con la satisfacción de ver como una niña de sólo 8 años tiene claro que para hacer una tarta no es necesario agregar un solo gramo de azúcar o de harina.
Estos conceptos acerca de lo que debemos comer no los ha aprendido en cinco minutos ni a base de imposiciones, sino con el trabajo diario que hacemos en casa al explicar qué nutrientes contiene cada alimento y cuales son los más adecuados para la salud. No se trata tampoco de decirle que no a todo, sino de ir educando y proponiendo alternativas y que esas alternativas sean cuanto más extensas mejor. Por ejemplo, cuando piden un postre tratamos de ofrecer diversas alternativas saludables para que no caigan siquiera en la cuenta de pedir una que lo sea menos.
En concreto, con el tema del postre, donde muchos niños acabarían por tomarse unas natillas o dulces industriales, nosotros proponemos frutos rojos (fresas, moras, arándanos, frambuesas…), gelatinas sin azúcar o últimamente también los flanes a base de clara de huevo de PR-OU, que son una maravilla nutricional porque contienen únicamente clara de huevo y saborizante y aportan proteína de calidad y poco más, y con más de 10 sabores distintos es virtualmente imposible que no haya alguno que les guste.
He visto como otros padres hacen «días saludables» en los que tratan de comer bien en familia para compensar por el resto de la semana, pero yo creo que debe ser, si acaso, al contrario, permitir algunos lujos en días excepcionales mientras que el grueso de la alimentación es netamente saludable. Tampoco somos mucho de imponer una comida concreta, sino que al igual que con los postres ofrecemos alternativas razonables. De este modo evitamos el rechazo frontal a una comida, lo que automáticamente la catalogaría como no deseada. Por ejemplo, y siempre en función de lo que tengamos en casa en cada momento, podemos ofrecer una cena a base de pescado o carne, acompañada de alguna verdura y un poco de pasta low-carb. Ni siquiera cuando la pasta es low-carb o a base de proteínas me hace mucha gracia ver un plato que solo contiene pasta y salsa. Me parece más natural que esa pasta sea el acompañamiento de algún alimento fresco de alta calidad como puede ser el pescado, la carne o los huevos, que desde luego son los pilares sobre los que edificamos el resto de la comida en nuestra casa.
Partimos también de la base que los niños comen en el comedor del colegio, y ahí se escapan a nuestro control, pero precisamente por eso, la educación que reciben sobre lo que deben comer y lo que no es crucial para que en esos momentos en los que no estamos presentes puedan al menos pensar y valorar lo que comen en cada momento. Además, ellos mismos crean cierta tendencia en el colegio por las meriendas y desayunos que llevan pues es habitual que salgan de casa con un pequeño tupper en lugar de con un bocadillo o unas galletas, ni siquiera bajas en carbohidratos. Lo cierto es que cuando los compañeros ven que llevan por ejemplo un tupper con jamón serrano y piquitos proteicos siempre les piden porque les parece más apetitoso que un bocadillo de pan blanco con mortadela.
En definitiva, explicarle a los niños cada día qué alimentos son mejores y más adecuados y aprovechar para poner ejemplos creativos de como usar los alimentos o incluso cocinarlos con ellos para que vean que no es necesario recurrir al azúcar, las harinas y los postres industriales para obtener comida rica, apetecible y saludable es la semilla que debemos plantar cada día para que con el paso del tiempo sean autónomos y sepan comprar y preparar adecuadamente sus alimentos, algo que, a largo plazo, sin duda repercutirá en su salud.