Hace unos días hablaba de la importancia de incorporar pescado y marisco a la dieta y prometía que traería algunas recetas al blog para dar unas ideas distintas de platos que podemos preparar incluso en navidad. Este plato es realmente sencillo de preparar pero requiere de una materia prima de primera calidad y muy fresca, así que más que decidir qué día queremos prepararlo, debemos estar atentos al mercado y cuando se presente la oportunidad, por precio y por características, atrevernos a probarlo. Este plato que traigo hoy sólo tiene un ingrediente principal, las cigalas, y tres aderezos: aceite de oliva virgen extra, aceto balsámico de Módena y sal en escamas. También puede prepararse con gamba roja del mediterráneo, que en la zona sur llamamos gambas de Garrucha, por el caladero del pueblo almeriense del que suelen proceder.
La proteína del marisco, a diferencia de otras proteínas que también son de alta calidad, como por ejemplo la del huevo, se puede asimilar bien en crudo, lo que hace que este sencillo plato sea muy nutritivo puesto que a su proteína de alta calidad vamos a añadir aceite de oliva virgen extra, también en crudo, sin alterar sus propiedades, una grasa de alta calidad que complementa a la perfección la ingesta de proteínas. Comencé a interesarme por los pescados y mariscos crudos hace ya bastantes años cuando tuve la suerte de poder comer en el restaurante Marea del chef Michael White en un viaje que hice a Nueva York. Como parte del menú degustación que tomamos, la mayor parte del pescado y el marisco que nos sirvieron -mucha variedad en muy pequeñas porciones- estaba absolutamente crudo. En aquel momento me produjo cierto recelo comer aquellos pescados y mariscos absolutamente crudos, pero al probar el primero comprendí lo que me había estado perdiendo hasta ese momento. Si todavía no lo has probado, trata de dejar de lado tus prejuicios y dale una oportunidad, porque te garantizo que te va a sorprender.
Originalmente, esta receta creo que es Veneciana y se llama Scampi Crudi, y se prepara con cigalas de tamaño pequeño, de unos 10-12 centímetros desde la cabeza a la cola, sin contar las patas principales. Las cigalas (o gambas rojas si decides hacerlo así) deben ser muy frescas, pues las consumiremos crudas. Otra opción es comprarlas congeladas y consumirlas una vez que se hayan descongelado, pero el resultado no será el mismo porque la textura del marisco y del pescado cambia tras la congelación.
Como verás, te estoy sugiriendo que comas marisco crudo, mejor sin congelar, y esto va en contra de todo lo que nos dicen sobre el anisakis. No voy a extenderme mucho, pero hasta donde yo he podido investigar, el anisakis no infecta las gambas ni las cigalas y, en cualquier caso, al ser visible a simple vista en el pescado fresco, a mí me basta con estar muy atento cuando lo pelo. El anisakis vive en las vísceras de los pescados (principalmente merluza) y una vez muerto migra hacia el músculo, donde forma quistes. Si el pescado está muy fresco, aunque tenga anisakis, este se eliminará al eviscerar el pescado. Si ya no está tan fresco, el parásito habrá migrado hacia el músculo y será más difícil de eliminar sin congelar ni cocinar. En cualquier caso, la zona de la ventresca y cercana a la cabeza es donde debemos prestar la máxima atención al limpiar o trocear el pescado. Si vas a consumir pescado crudo y decides no congelarlo, asegúrate de que es muy fresco, cómpralo sin vísceras y córtalo en casa, de manera que puedas examinarlo mientras lo cortas. En cualquier caso, es tu responsabilidad congelar o cocinar el pescado antes de consumirlo y yo sólo te cuento lo que yo he hecho o lo que hago habitualmente, cómo lo hago y porqué lo hago así, y si no tienes la seguridad de que el marisco o el pescado está libre de anisakis, lo más sensato es congelarlo o cocinarlo.
Volviendo a la receta, este plato debemos prepararlo justo antes de comer dado que su preparación es rápida y no tiene complicación alguna. Hasta el momento de la preparación, el marisco debe estar en frío, en la nevera por debajo de 5 grados.
Tiempo de preparación | 15 Minutos |
Raciones |
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Ingredientes
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- Vamos a pelar las cigalas quitándoles la cáscara de la cola y dejando la cabeza y las patas pegadas al tronco, de forma que conserve su forma natural pero libre del exoesqueleto en el troco y la cola. El último anillo antes de la cabeza es el más complicado de quitar. Algunas personas no se lo quitan porque les cuesta hacerlo sin separar el tronco de la cabeza. Prueba a ver si puedes y si no lo dejas puesto, pues como ves en las fotos es bastante habitual.
- En una bandeja iremos depositando las cigalas y mantendremos en todo momento el frío. Si nos vamos a demorar antes de consumirlas, las taparemos con un film y las meteremos en la nevera. Unos tres minutos antes de consumirlas, las rociaremos, en este orden, con un chorrito de Aceite de Oliva Virgen Extra, unas gotas de Aceto Balsámico de Módena, y finalmente sal en escamas.
Si no tienes costumbre de consumir pescado y marisco crudo, esta receta te puede resultar algo extraña, pero si logras concentrarte en el sabor y la textura que vas a experimentar, puedo garantizarte que no querrás comer cigalas de ninguna otra forma en el futuro. Al evitar su cocinado, los sabores intensos del marisco y el agua de mar se acentúan al aderezarlos con el Aceite de Oliva, el vinagre de Módena y la sal en escamas. Opcionalmente, un ligero toque de pimienta molida puede terminar de resaltar todos los sabores del marisco.
Otros mariscos que mejoran ostensiblemente en sabor y textura al cocinarlos poco o consumirlos crudos son la gamba roja del mediterráneo (gambas de garrucha si vives en Andalucía) y los camarones (quisquillas si vives en la Costa del Sol).