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Denunciable: Cereales Harrisons Minis rellenos de leche

Hoy inauguro una nueva sección del blog llamada «Denunciable«. En esta sección voy a publicar los productos alimenticios que peor opinión me generen. Lógicamente, se trata de mi opinión personal y nada más. Empiezo con este producto que apareció en mi casa por casualidad pues venía en la mochila de un compañero de uno de mis hijos que vino a pasar la tarde después del colegio. Puede que sean una marca propia de Mercadona, pero no estoy seguro. El caso es que mirando esta foto de la parte delantera de la caja, uno puede llegar a pensar que está comprando un alimento bueno para sus hijos. Analicemos la caja:

Parte frontal de la caja de cereales Harrisons

Parte frontal de la caja de cereales Harrisons

Aparece una foto de lo que parece ser unas galletitas integrales que tienen leche dentro y, a la derecha, un símbolo que dice «Cereales Integrales». También nos aparecen unos valores nutricionales arriba que no tienen demasiada mala pinta. Pero entremos al detalle. Para empezar, los valores nutricionales no son para 100gr, sino para una «ración» que el fabricante estima de 35gr y, además, pese a que la caja está claramente diseñada para el público infantil, las medidas están tomadas en base a la dieta de un adulto. No creo que haya un sólo niño que se conforme con 35 gramos de este producto en el mundo. No me creo, ni por asomo, que un niño se tome 35gr de este producto y tenga resuelta la merienda o el desayuno. Establecer la ración en 35 gramos es un insulto a la inteligencia del consumidor. Más bien me imagino que un niño cualquiera se tomará de 2 a 5 bolsitas, o sea, de 70 a 175gr del producto, lo que dispararía estos valores nutricionales anunciados y con ellos la secreción de insulina.

Detalle de la Caja de los Cereales Harrisons

Detalle de la Caja de los Cereales Harrisons

Si miramos el lateral del producto, nuevamente tenemos el sello de «cereales integrales» y una explicación con un gráfico de la importancia de tomar cereales integrales. Sin embargo, si prestamos atención, vemos en la última frase el doble engaño: primero, nos confirman que este producto tiene un decepcionante 10% de cereales integrales. Ni siquiera podemos concluir de esta afirmación si significa que de los cereales que contiene el 10% son integrales o si el 10% del producto terminado son cereales integrales. En ambos casos, el valor es tan bajo que les debería dar vergüenza anunciar el producto a bombo y platillo con varios logotipos de «cereales integrales». Además, dice que estos cereales integrales aportan «nutrientes esenciales», pero yo eso no tengo tan claro que sea cierto. Los nutrientes esenciales son los ácidos grasos esenciales y los aminoácidos esenciales. ¿Cuáles son los que aporta este producto? Misterio sin resolver…

Valores Nutricionales Cereales Harrisons

Valores Nutricionales Cereales Harrisons

Si miramos ahora los valores nutricionales del producto en el lateral, desenmascaramos el engaño de los valores nutricionales publicados en la parte frontal del paquete. Aquí vemos claramente que en  100 gramos de producto hay 66 gramos de hidratos de carbono y, más concretamente, 33 gramos de azúcar añadido. O sea, estos cereales supuestamente integrales y supuestamente más sanos que los normales, contienen un 33% de azúcar añadido y un 66% de azúcar total. Vamos, un magnífico desayuno o merienda si queremos que nuestros hijos acaben siendo diabéticos. El colmo de la composición nutricional es que el aporte de fibra se queda en el miserable 3,5%, y eso y nada es lo mismo…

En cuanto a los glúcidos, hemos pasado de leer 13% (11,6gr) en la parte frontal de la caja a comprender viendo los valores reales que tienen un 66% de hidratos, de los cuales un 33% son puro azúcar añadido.

A mí, este producto me parece denunciable especialmente por su diseño obviamente enfocado a niños, y por eso lo publico en mi blog, pero esto es sólo mi opinión…

SI TIENES ALGÚN PRODUCTO QUE CREAS QUE NO CUMPLE LAS MÍNIMAS NORMAS ÉTICAS POR PARTE DEL FABIRCANTE, POR SU INFORMACIÓN SESGADA, O SU PUBLICIDAD ENGAÑOSA, NO DUDES EN ENVIARME LA INFORMACIÓN DEL PRODUCTO PARA PONERLO EN ESTA SECCIÓN.

Cerebro de Pan

Cerebro de Pan, del Dr. David Perlmutter

Cerebro de Pan, del Dr. David Perlmutter

Uno de los libros que tengo en la lista de leer urgentemente es «Cerebro de Pan«, la devastadora verdad sobre los efectos del trigo, el azúcar y los carbohidratos, del Dr. David Perlmutter. Lo cierto es que voy a leer este libro con los deberes bien hechos: ya me he leído todas las crónicas negativas acerca del libro que he encontrado, que son sólo dos. El libro lleva en la lista de de Bestsellers del New York Times desde que se publicó en Septiembre del año pasado, más o menos a la vez que mi libro, habiendo alcanzado el número uno en repetidas ocasiones. Actualización: El libro me lo leí días después de publicar este artículo, y en este otro artículo titulado Más Cerebro de Pan puedes encontrar una crónica detallada del mismo y la reseña de mi lectura: Más cerebro de pan.

El Dr. Perlmutter es un renombrado neurólogo norteamericano que, además, es nutricionista. Su enfoque en el tratamiento de enfermedades neurológicas está basado en la nutrición. Además de médico y escritor, Perlmutter da conferencias en universidades como Harvard, Columbia o la Universidad de Nueva York. Escribe en el Huffington Post y es consejero médico del famoso programa televisivo «El show del Dr. Oz». También ha publicado artículos en el Journal of Neurosurgery, el Southern Medical Journal, el Journal of Applied Nutrition y en Archives of Neurology. Por si fuera poco, ha recibido premios por su enfoque en el tratamiento de enfermedades neurológicas como el Linus Pauling Award en 2002, el premio Nacional al Nutricionista del año de la Asociación de Nutricionistas Norteamericana en 2006 o incluso el premio al Medico Humanista del año del American College of Nutrition en 2010. Sus apariciones en radio y televisión son numerosísimas, destacando Larry King Live, Oprah, The Today Show, CNN, 20/20, Fox News, CBS y por supuesto Dr. Oz, donde colabora desde 2002.

Os cuento todo esto para poneros en antecedentes y para que entendáis que lo que voy a contaros no son teorías de algún iluminado, sino conclusiones de un renombrado médico norteamericano de 60 años de edad que acumula 33 años de práctica neurológica ininterrumpida.

Pues bien, a grandes rasgos, lo que Perlmutter concluye en su libro es que la ingesta de carbohidratos, tanto refinados como no refinados, está directamente asociada con la diabetes, el Alzheimer, las enfermedades cardiovasculares y, en general, gran parte de las enfermedades neurológicas. De ese modo, Perlmutter defiende que enfermedades como el Alzheimer son reversibles a través de la nutrición, algo que ya postuló (y probó con su marido) la Dra. Mary Newport y que está relatado en este artículo.

Basándose en datos y estudios, Perlmutter relata como en 1992 el gobierno norteamericano redobló sus esfuerzos por eliminar las grasas de la dieta lo que produjo un aumento espectacular del consumo de carbohidratos. Al tiempo que se ponían de moda los productos light (bajos en grasa), aumentaba el consumo de granos, frutas y verduras. ¿Qué cifras arroja este cambio nutricional a gran escala que tuvo su punto álgido a partir de 1992? Pues según el CDC (Center for Disease Control), los casos de diabéticos en Estados Unidos se triplicaron, pasando de 7.5 millones en 1992 a 13.6 millones en 2002 y 20.9 millones en 2011. Si ya has leído mi libro La gran mentira de la nutrición, esta información no te sorprenderá, pero si todavía no lo has hecho, te puedo asegurar que hay muchas más cosas que ni te imaginas que te darían mucho que pensar en el ámbito de la nutrición.

El riesgo de padecer Alzheimer se dobla en las personas que sufren cualquier tipo de diabetes, por eso, es fundamental tratar de evitar o revertir la diabetes a través de la nutrición. Según Perlmutter, mientras el gobierno norteamericano, a través de su departamento de agricultura, nos dice que comamos lo que ellos producen, promulgándolo como el alimento más sano, nada podría estar más alejado de la realidad. Las dietas ricas en grasa -elabora Perlmutter- reducen considerablemente el riesgo cardiovascular y están directamente asociadas con la reducción del riesgo de padecer demencia. Esto se publicó en el Journal of Alzheimer’s Disease en Enero de 2012 en un estudio de la prestigiosa Clinica Mayo. Según este estudio, las personas en una dieta rica en grasas tuvieron un 44 por ciento de reducción del riesgo de padecer demencia. Aquellos sujetos en una dieta alta en carbohidratos -que los gobiernos siguen recomendando- tuvieron un incremento del 89% del riesgo de padecer dicha enfermedad. En otro artículo del New England Journal of Medicine de 2013, los investigadores concluyen que unos niveles altos de glucosa son un factor de riesgo para sufrir demencia. En el mismo artículo se asocian enfermedades degenerativas como el Alzheimer, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares con el consumo de carbohidratos, diciendo que incluso pequeños aumentos del nivel de glucosa dañan la estructura del cerebro y conllevan la reducción del mismo. Como verás, son datos absolutamente alineados con los que yo publiqué en mi libro Adelgazar sin Milagros en 2013 y que están soportados por los testimonios de los lectores del mismo.

Perlmutter relata que de acuerdo con un artículo publicado por la doctora Deborah Barnes, de la UCSF (University of California in San Francisco) más del 50% de los casos de Alzheimer no tienen porqué ocurrir y lamentablemente ocurren y no existe tratamiento eficaz contra la enfermedad. Esto es, el 50% de los casos de Alzheimer son evitables con una correcta alimentación.

Uno de los temas más prometedores de este libro y motivo por el cual lo tengo en la cima de lista de cosas que tengo que leer es que, al igual que ya propuso Jaime Brugos en su libro La Isodieta, Perlmutter no cree en la teoría de los carbohidratos malos (refinados) y buenos (integrales). A Perlmutter no le tiembla el pulso al decir que cereales de moda como la Quinoa o el Amaranto, pese a aportar una buena cantidad de proteínas, no son recomendables por su enorme aporte de carbohidratos con un razonablemente alto índice glucémico. Además, no duda en incluir las frutas dentro del grupo de alimentos que debemos vigilar severamente en nuestra dieta. De acuerdo con Perlmutter, no debemos de ingerir más de 50 u 80 gramos de carbohidratos al día, y esto incluye indudablemente las frutas y las verduras que vayamos a tomar. De hecho, casi cualquier pieza de fruta contiene esa cantidad de carbohidratos. Para Perlmutter, en el corazón de la dieta tienen que estar las grasas, porque son beneficiosas para el corazón y el cerebro, y por eso recomienda aceite de oliva, aguacates, pescados salvajes, frutos secos ecológicos o verduras de alto aporte nutritivo. ¿Te suena? Así llevamos muchas personas comiendo muchos años con resultados espectaculares.

Sin embargo, donde Perlmutter echa el resto es en su defensa de una dieta alejada del trigo y del gluten. Basándose en estudios llevados a cabo en Inglaterra y en la Universidad de Harvard de manera simultánea, el consumo de gluten está en el centro de la degeneración cerebral. Soporta esta afirmación, entre otros, con un estudio de pacientes de la Clínica Mayo de 2006, en el que se analizaban 17 casos entre 1970 y 2005, y es precisamente por ahí por el único sitio por el que le buscan las cosquillas las dos críticas negativas que he podido encontrar, pues no se trata de un estudio muy extenso.

En cualquier caso, su aporte de documentación científica es inmenso. Así, cita estudios que relatan todo tipo de bondades de las dietas bajas en carbohidratos, desde reducción y control de la epilepsia a efectos positivos sobre el Parkinson, pasando, claro está, por mejoras en pacientes de demencia. Y, como conclusión final del libro -y una de las partes que más me llama la atención- está la aplicación práctica de lo aprendido: como nutrirnos para regenerar nuestro cerebro, para producir nuevas células cerebrales y, en el caso de pacientes de Alzheimer, para recuperar su centro de la memoria. Perlmutter además promete que esto no es sólo una receta para personas mayores. Al contrario, nos recuerda que sólo en Estados Unidos, hay cerca de 7 millones de niños afectados por el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (ADHD) y que, neurológicamente hablando, la solución es similar a la del Alzheimer: la vía de la nutrición. Concluye que una correcta alimentación de estos niños (reduciendo drásticamente el aporte de carbohidratos y potenciando las grasas) puede reducir considerablemente o incluso erradicar este problema. Llama la atención sobre el hecho de que dos tercios de estos casi siete millones de niños reciben medicinas que alteran su estado mental y que no comprendemos todavía las consecuencias a largo plazo del uso de estos fármacos, por lo que debemos mirar a la nutrición y no a la química para encontrar una solución al problema de estos niños.

Cada vez que leo cosas así no dejo de recordar aquellas palabras que me dijo Jaime Brugos cuando nos conocimos: «Las tres cosas más importantes para conservar la salud son Nutrición, Nutrición y Nutrición».

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Tenemos que adelgazar

Crecimiento de la Obesidad

Crecimiento de la Obesidad

Hoy he estado revisando algunas estadísticas recientes acerca de la epidemia de obesidad de la que hablo en el libro. La Organización para la cooperación y el desarrollo económico (OCDE) advierte que los niveles de obesidad han aumentado durante los últimos cinco años en la mayoría de los países. El estudio abarca países como Australia, Canadá, Francia, México, España o Suiza y apunta a la crisis económica como el principal factor desencadenante de este crecimiento en las tasas de obesidad. Según los autores del estudio, las familias asfixiadas por unos ingresos cada vez menores dejan de un lado los alimentos más sanos pero más caros y los sustituyen por comida de alto contenido calórico y bajo poder nutricional.

Esto es algo de lo que ya hablé en el artículo La Obesidad: La Enfermedad de los Pobres en este mismo blog, y que viene a apoyar la teoría que manejo en el propio libro en el capítulo No se engañe, adelgazar es caro. Comer bien para adelgazar implica dejar de lado los carbohidratos refinados, el azúcar y otros productos cargados de calorías vacías que no nos permiten perder peso y, al contrario, nos hacen engordar. Parece surealista que a estas alturas de la película la OCDE venga a decir lo que ya sabemos y no ofrezca soluciones para para la obesidad. Lo cierto es que con las cifras de la OCDE, una de cada tres personas que habitan la tierra es obesa o padece sobrepeso. Eso son 2.100 millones de personas. Si esto no es una epidemia en toda regla, entonces no se lo que es. Esta cifra la ha sacado a la luz la prestigiosa revista The Lancet al publicar un estudio realizado por el Instituto de Mediciones Sanitarias de la Universidad de Washington en el que se han recopilado datos de 199 países durante los últimos 30 años. El artículo asegura que en estas tres décadas, el problema lejos de resolverse ha empeorado y cada vez hay más gente que necesita adelgazar para conservar su salud. Estados Unidos, México y Brasil ocupan el podio de los países con más obesos del mundo, contribuyendo con uno de cada dos obesos en la tierra. Curiosamente, en España seguimos defendiendo la Pirámide Nutricional que ha producido estos resultados como modelo nutricional óptimo.

En España las cifras no son mucho mejores que en el resto de países occidentales. El estudio afirma que en nuestro país, el 27,6% de los varones menores de 20 años y el 23,8% de las mujeres en esa misma franja de edad tienen obesidad o sobrepeso. Conforme miramos a segmentos de población más mayores, peores son las cifras. Así el 62,3% de los hombres y el 46,5% de las mujeres mayores de 20 años sufren obesidad o sobrepeso. Es obvio que necesitamos adelgazar ya. En general, uno de cada dos habitantes de este país tiene sobrepeso y un de cada 6 tiene obesidad. O sea, casi el 20% de la población sufre obesidad. De nuevo, yo creo que necesitamos llamar a esto epidemia y necesitamos adelgazar de manera urgente.

También dentro de nuestras fronteras se ha detectado una relación entre el nivel de estudios y la obesidad. A menor nivel de estudios, mayor obesidad. Curiosamente, este patrón no se repite en países como Estados Unidos o México, en que la obesidad no entiende de títulos y ataca a todos por igual. Sin embargo, la mala noticia para nuestro país es que desde el año 2001, la obesidad ha crecido en todos los grupos de educación, tanto en los que tienen pocos estudios, como los que tienen estudios medios o los que tienen estudios superiores, algo que no viene sino a contribuir a la idea de que la epidemia se extiende por todas partes y afecta a todo el mundo.

Sin embargo, el premio a las malas noticias se lo llevan ambos estudios en lo referente a obesidad infantil. En ambos estudios queda demostrado que los niños son cada vez más obesos. En España, el 26% de los niños y el 24% de las niñas tienen sobrepeso, y, ojo al dato, esto nos sitúa 3 puntos por encima del promedio de países de la OCDE. Así que si todavía se cree que en España la llamada Dieta Mediterránea nos protege de la obesidad, bienvenido a la realidad. En los países desarrollados, la tasa de obesidad infantil ha pasado de un 17% en 1980 a un 24% en 2003 en los niños y del 16% al 23% en las niñas, por lo que también observamos que el crecimiento es similar en ambos sexos. Curiosamente, en los países en vías de desarrollo, la tasa ha crecido menos, de un 8% a un 13% en los últimos 30 años.

El último dato que creo que es revelador y nos debe hacer replantearnos nuestro estado es el de las consecuencias del sobrepeso. En concreto, el sobrepeso produjo 3,4 millones de muertes en 2010, la mayoría de ellas relacionadas con enfermedades cardiovasculares. Una vez más, cifras que demuestras que este problema es en realidad una epidemia en toda regla y debe ser tratado de ese modo.

Desafortunadamente, los mensajes que escuchamos acerca de la pérdida de peso y que nos dicen que hay que adelgazar a base de cereales, frutas y verduras y realizando mucha actividad física, están completamente obsoletos y no contribuyen más que a la pérdida de peso efímera sin eliminar la grasa corporal que tenemos acumulada, pues como explico en el libro, no es posible adelgazar (perder grasa) a base de comer alimentos con alto índice glucémico como los cereales refinados o determinadas frutas y verduras.

Tenemos que adelgazar como sociedad y, para ello, es fundamental que todo el mundo conozca la realidad, lo que nos ha hecho engordar hasta el punto en el que nos encontramos. Los mensajes que recibimos en la televisión y los medios, casi de manera continua, están prostituidos por la potentísima industria alimenticia que pretende que compremos todo tipo de productos «basura» y adelgacemos a base de correr media hora al día. Paradójicamente, seguimos creyendo que la comida basura es la que sirven los restaurantes de comida rápida cuando, la realidad es que toda la comida procesada, incluida esa, es una absoluta basura dañina para el organismo que nos hace engordar, se sirva en el restaurante de comida rápida de la esquina o en la cocina de su casa.

Yo siempre pongo el ejemplo de mis hijos, porque aspiro a que el resto de padres tomen nota de los progresos que hemos hecho nosotros y apliquen en sus casas todo aquello que posibilite que sus hijos no sean parte de las estadísticas en cuanto a sobrepeso y obesidad infantil. Y como con los niños es necesario predicar con el ejemplo, trabajando en su correcta nutrición estaremos trabajando en la nuestra de manera simultánea. Así que si les ofrecemos una alimentación sana que les permita adelgazar si lo necesitan o, como poco, contribuya a que no engorden, estaremos solucionando una parte muy importante del problema.

La Nutrición en la Infancia

Mis hijos hace unos meses

Mis hijos hace unos meses en un paseo por el campo (2014)

Una de las preguntas recurrentes que recibo de las personas que se han leído el libro es ¿Qué les puedo dar de desayunar a mis hijos? Aprovechando que nos ponemos a adelgazar, es cierto que tratamos de extrapolar lo que vamos aprendiendo y comprobando que funciona al resto de la familia. Yo tengo tres hijos y cuando me dispuse a adelgazar comían de una manera muy distinta a como lo hacen ahora. Lo que ocurrió era inevitable: al comprobar los magníficos resultados que este nuevo plan nutricional había aportado a mi organismo no dudé un momento en aplicar todo lo que había aprendido a la alimentación de mis hijos teniendo en cuenta sus necesidades nutricionales y energéticas. No estaba tratando de hacerles adelgazar, sino de nutrirles adecuadamente y asegurarme que se mantenían en el mejor estado de salud posible.

Creo que ya he repetido varias veces que mis hijos rara vez se ponen enfermos y cuando alguno pilla un catarro o una gripe, lo normal es que le dure muy poco tiempo (a veces sólo horas) y que no se lo pase a los hermanos. Antes de este cambio en su nutrición, se ponían malos con mucha más frecuencia y la duración de los procesos era notoriamente mayor, casi siempre de varios días. ¿Qué es lo que ha cambiado entonces en la alimentación de mis hijos? Básicamente, hemos suprimido casi por completo los alimentos procesados y los carbohidratos refinados.

Mi hijo mayor tiene 14 años (cumplirá 15 en noviembre), el mediano 7 años (cumplirá 8 en diciembre) y mi hija pequeña cumple precisamente hoy 5 años. Sus necesidades son diferentes pero la base de su alimentación es la misma. Además de los alimentos que ahora contaré, les doy a todos un suplemento multivitamínico multimineral. El mayor toma el mismo que yo (Vitalimax Nutrition) y los pequeños toman uno formulado específicamente para críos más pequeños (L’ill Critters). Aunque no quiero profundizar mucho en este tema, sí quiero decir brevemente que les doy estos suplementos porque creo que la verdura y la fruta que comen no les aporta todos los micronutrientes que debería debido principalmente a los nuevos métodos de cultivo y a la sobrexplotación del terreno (cuando se cultiva en tierra, que ya no es tan frecuente).

En la base de la alimentación de mis hijos están las proteínas y las grasas. Predominan las carnes de todo tipo, los pescados y mariscos, la leche entera, los huevos y los aceites de oliva y coco. Prácticamente cualquier plato que tomen tiene como ingrediente principal uno o varios de esos elementos, desde el desayuno hasta la cena. Como acompañamiento de esos platos principales, en algunas de sus comidas incluimos verduras o carbohidratos no refinados. De este modo, es habitual verles comer brócoli, lechuga, guisantes u otras verduras pero siempre como acompañamiento de su ración de proteína y regados con aceite de oliva virgen. En una de las comidas les damos una pieza o ración de fruta de postre. Nos decantamos por bayas (fresas, frambuesas, moras…) porque son ricas en vitamina C y ácido fólico (Vit. B9), pero en general no tenemos inconveniente en que tomen una fruta u otra, la que prefieran. Cuando no toman fruta de postre, toman lácteos o incluso queso, si es que quieren postre. En nuestra casa, el postre no es obligatorio. Si creo que han comido suficiente proteína y grasa, me decanto por postres que no aporten nada, como la Gelatina 0% o un «polo-flash».

Mucha gente me pregunta cómo consigo que mis hijos coman verdura, pero lo cierto es que se lo preguntan a la persona equivocada. El mérito es de mi mujer, que desde siempre les ha dicho (con cierta ayuda por parte del saltimbanqui de la serie infantil Lazy Town) que no son verduras sino golosinas. En nuestra casa no hay guisantes, sino sport-chuches. No hay brócoli sino «arbolitos de la fuerza». Con mis hijos pequeños funciona muy bien la coletilla «de la fuerza». De modo que si queremos que prueben algo, le añadimos «de la fuerza» y les contamos que es lo que yo tomo para tener los músculos fuertes. De este modo conseguí que mi hijo mediano cambiase su adorado Nesquik que es básicamente azúcar con sabor a cacao por Cola Cao 0% fibra, que es el «Nesquik de la fuerza» que yo tomo ocasionalmente en mis batidos y que no contiene prácticamente azúcares, sobre todo si lo comparamos con el Nesquik o el Cola Cao convencionales.

Además de su vaso de leche entera con «Nesquik de la fuerza», mis hijos toman para desayunar una gran variedad de cosas, desde pan integral con aceite de oliva hasta huevos, queso o embutidos, según el día. Tratamos de ver en el calendario que nos manda el colegio lo que comieron el día anterior y lo que comerán en el día en curso para adaptarnos al menú y que no coman continuamente lo mismo. El cambio al pan integral no fue sencillo. Estaban muy acostumbrados al pan blanco, pero en cuanto me oyeron decir que era «pan de la fuerza» se apuntaron a esta nueva variedad y ya no han vuelto a cambiar ni reclamar el pan blanco. Tampoco es que coman mucho pan, tan sólo alguna mañana para desayunar.

Para las comidas entre horas (meriendas, aperitivos…) predominan los quesos y lácteos. Aquí si somos bastante cuidadosos comprando. Más que la marca, miramos los valores nutricionales y elegimos aquellos que tienen menos hidratos. Huimos de las grasas hidrogenadas, de los almidones, féculas, soja y demás cosas que no deberían estar en un alimento natural. Para freír y rebozar, algo que hacemos con naturalidad pero usando aceite de coco, usamos salvado de trigo fino, que les aporta bastante fibra y en general usamos las mismas recetas que uso yo para comer al preparar sus alimentos. Por ejemplo, esta falsa pizza, estas croquetas, estos palitos de rosada o incluso esta caldereta de pescado.

Ocasionalmente les damos arroz integral. No saben que es integral y jamás han protestado, entre otras cosas porque como lo toman con tomate, no creo que noten ninguna diferencia. Les hice un día una paella campera (conejo, pollo, cerdo y chorizo) con arroz integral y la devoraron sin piedad. Mi paella, como os podréis imaginar, es más carne que arroz… Otra de las cosas que más ha cambiado ha sido el tema de la patata. Antes de adelgazar, en cualquier compra que hiciésemos no faltaba un saquito de patatas. Ahora no compramos patatas. Si alguna vez necesitamos una patata para algo, vamos y compramos la que necesitamos, pero no almacenamos patata en casa. Si salimos a comer fuera y piden un plato que lleva patatas, pues ese día comen patatas, pero en casa la patata no es una opción. Somos conscientes de que comen patatas en el colegio y cuando salen a cualquier sitio, de modo que tratamos de que en casa lleven otro tipo de alimentación. No las reclaman ni las echan de menos. Creo que la patata en general y el puré de patatas en particular es uno de los peores alimentos que le podemos dar a nuestros hijos.

También han desaparecido de la lista de la compra las galletas. Antes íbamos a comprar y traíamos distintas variedades, con lo que convertíamos la galleta en su desayuno o merienda habitual. Es cierto que son socorridas y les gustan a casi todos los niños, pero la cantidad de azúcar y de harina refinada que aportan es absolutamente descomunal, más aún para un niño. Un aviso: no os dejéis engañar por las galletas «light» o «cero». Son igual de malas pues usan polialcoholes para endulzarlas, no edulcorantes. El azúcar, además de dar dulzor, juega un papel estructural en la galleta, por eso tienen que buscar una solución que aporte masa además de dulzor. Un apunte a cuenta del desayuno: a mi hijo mediano, que es el que más desgaste tiene por su metabolismo, su agenda y su vitalidad, le añado una cucharadita (unos 5 gramos) de Casein Pro en su vaso de leche por la mañana, entre otras cosas porque me lo pide cuando me ve a mí hacerme mi batido. Creo que ese aporte extra de proteína le viene muy bien para pasar la mañana en el colegio.

Por último quiero comentar el tema de la pasta, tan socorrido para los niños. En casa tenemos pasta convencional y pasta proteica. A veces le damos de una y a veces de otra. La pasta la toman en casa sólo una vez a la semana y nunca es el ingrediente principal. Por ejemplo, si un día quieren macarrones, les hacemos Salmón con Brócoli y macarrones, donde lo que predomina es el salmón, seguido del brócoli y luego los macarrones. Se han acostumbrado a comer la pasta así y no lo ven extraño. Lo que les parece extraño es ver un plato de espagueti que lleva encima una cucharada de tomate con unos «granitos» de carne picada.

En fin, creo que con esto os hacéis una idea de cómo hemos aplicado los cambios en la dieta de nuestros hijos. Los resultados que estamos obteniendo son muy esperanzadores. Los tres son de los más altos de su clase, y esto es algo muy significativo porque los dos niños son de los más pequeños en sus clases, pues nacieron en Noviembre y Diciembre respectivamente, y además yo no soy especialmente alto. No duermen siesta ni se sienten cansados ni adormilados en ningún momento del día, incluso levantándose temprano y acostándose relativamente tarde. No tienen tendencia a ponerse enfermos, sobre todo si los comparamos con el resto de niños en sus clases, que se pasan el invierno acatarrados y griposos. Especialmente significativo es el cambio de mi hijo mayor, que si bien es cierto que ha entrado en la pubertad, algo que ha propiciado un notable cambio en su físico, estoy convencido que este proceso se ha visto favorecido ampliamente por el cambio que hicimos en su alimentación. En su caso, además, como se ha leído mi libro, a su manera y sin decir nada, aplica lo que ha aprendido a su manera y debo decir que le da buenos resultados. Aquí os dejo unas fotos del antes y el después de ambos.

Como siempre, si alguien tienen alguna duda estoy a vuestra disposición.

Mi hijo Pablo y yo en Febrero de 2011

Mi hijo Pablo y yo en Febrero de 2011, un par de meses antes de ponerme a adelgazar.

Mi hijo Pablo y yo el pasado mes de Octubre, dos años y pico después de haber cambiado nuestro plan nutricional

Mi hijo Pablo y yo el pasado mes de Octubre de 2013, dos años y pico después de haber cambiado nuestro plan nutricional

 

 

El plan de comidas semanal

Carlos Abehsera, autor de Adelgazar sin Milagros

Carlos Abehsera, autor de Adelgazar sin Milagros

Muchos lectores que piden que les ponga unas tablas de comidas semanales porque les cuesta pensar que comer cada día. Yo creo que es más útil que cuente como lo hago yo. Habitualmente, no dispongo de demasiado tiempo porque además de mi trabajo, de escribir artículos casi a diario y de preparar mi próximo libro, mi familia y mis aficiones acaparan mi tiempo libre. Lo que yo hago es tratar de optimizar al máximo la forma en que hago la compra y preparo mis comidas y lo voy a compartir porque creo que es de utilidad para todo el mundo.. Hay una serie de elementos que nunca faltan en mi cocina. Son una especie de «fondo» de armario que me saca de cualquier apuro.

En esa lista de imprescindibles para mi despensa tengo:

  • Conservas de pescado en aceite de oliva (atún, bonito, pulpo, calamar, sardinas…)
  • Queso fresco y queso curado
  • Carpaccio de Buey al vacío
  • Cecina de Buey
  • Jamón serrano / ibérico, sin azúcar
  • Espinacas y brócoli congelado
  • Habas baby en Aceite de Oliva
  • Lechuga romana (mucha hoja verde, poco tallo)
  • Pasta sin Carbohidratos
  • Aceite de Coco y Aceite de Oliva
  • Huevos (mejor de producción ecológica)
  • Carne de Pollo, Ternera y Buey (que compro fresca y luego congelo porcionada)
  • Postres bajos en carbohidratos y ricos en proteínas
  • Champiñones / Setas – Enlatados / Congelados
  • Pimientos asados en su jugo (en bote, sin azúcar añadido)

Este fondo me sirve para tener siempre al alcance de mi mano una comida rápida que puedo preparar en 10 minutos o menos. Sin embargo, a mí me gusta comer bien y comer variado, así que mi rutina no es comer productos enlatados a diario. Al contrario, trato de comer las cosas lo más naturales posibles. Pero, dado que tengo poco tiempo para comprar y preparar comida, ¿Cómo lo hago? Pues bien, habitualmente el sábado por la mañana lo dedico a comprar y preparar para el resto de la semana. Normalmente, estoy en el mercado central sobre las 8:50 – 9 am. Ir antes es inútil porque muchos puestos están sin montar.

Mi rutina es casi siempre la misma. Compro pescado (lo que menos pesa), luego carne y aves y luego verdura. Vamos a poner como ejemplo lo que hice el sábado pasado y como me está sirviendo esta semana… Antes de nada, recordaros que somos 5 en casa y que las cantidades que yo compro no son sólo para sólo para mí, ¡sino para todos! Lo primero que compré fue un lomo entero de rosada, hecho filetes, 10 filetes finos de salmón fresco, 2 tacos de atún (medio Kg aproximadamente), 1 kg de sardinas y unas gambas de Málaga. Me quedé con las ganas de comprar calamar, que estaba bien de precio, pero ya iba servido cuando acabé con el pescado. Me fui para la carnicería y allí compre: 1 pollo entero de campo, 1 pollo de corral, 1 kg de morcillo, hueso, pellejo, costilla y manitas, todo curado en sal, un trozo de tocino, un trozo de lacón, 1 Kg de salchichas frescas (sólo cerdo, caseras), 5 filetes de lomo alto de buey, 5 entrecots de ternera, 1 queso de cabra fresco y 2 docenas de huevos ecológicos XL. En la frutería compré una patata grande, dos nabos pequeños, dos puerros, zanahorias, un apio, 4 lechugas romanas, champiñones frescos, espárragos frescos y brócoli. Con todo esto, ya estaba en casa sobre las 10 de la mañana. Lo primero que hice, como podréis sospechar por los ingredientes, fue poner una olla con todos los ingredientes cárnicos del cocido, que en mi caso fueron 1 pollo de corral, 1 Kg de morcillo, los añejos, el tocino y el lacón. Cuando llevaba 3 horas hirviendo a fuego lento, le añadí las verduras durante otros 90 minutos, siempre a fuego lento. De esa olla he sacado:

  • Cocido completo para los niños (1 comida completada con algunos garbanzos)
  • Cocido «solo carne» para un servidor
  • Sopa para los niños (1 cena completada con trocitos de huevo y jamón)
  • Croquetas para todos, siguiendo esta receta pero usando el puerro en lugar de cebolla y la carne del cocido en lugar de carne hervida

Mientras se iba haciendo el cocido, la rosada que pesaba aproximadamente kilo y medio la dividí en dos montones. En un montón dejé los filetes tal y como estaban y en el otro hice tiras de rosada que guardé en la nevera en un tupper. También preparé las sardinas en aceite siguiendo esta otra receta. Con la rosada hecha filetes cenamos el sábado pero, en la mañana del domingo, cuando lié las croquetas del cocido, aproveché para liar también los «buchones» de rosada usando esta receta. Estos últimos los congelé justo después de rebozarlos en salvado de trigo para usarlos en cualquier momento. También congelé los filetes de salmón fresco, liados individualmente en papel transparente y los dos tacos de atún. Las gambas cayeron de aperitivo el mismo sábado antes de la rosada, con un poco de ensalada. También aproveché para guisar las salchichas, que se quedan en la nevera para ir comiendo entre semana. Otra cosa que hago siempre es el pollo entero en el rustidor del horno. No requiere trabajo alguno. Poner el pollo en el rustidor y darle al botón… Lo hice el domingo por la noche sin un motivo especial. El domingo había niños repartidos por todas partes con mi mujer de chofer (a mí me tocó la vez anterior), así que acabé cenando sólo y comí un poco de pollo con ensalada. El resto del pollo (las dos pechugas y el muslo/contramuslo que no me comí) se quedan en la nevera. Durante la semana lo usamos para hacer cualquier comida rápida o incluso para añadírselo a una ensalada con queso curado y salsa cesar (0% hidratos). Con los huevos hacemos todo tipo de cosas en casa. Tortillas, falsas pizzas como esta, huevos rellenos de paté, rellenos de atún… Cualquier cosa que les guste a los niños y a nosotros nos parezca razonablemente sanas. Para el domingo, comimos los filetes de lomo alto de buey con espárragos a la plancha y dejamos la ternera en la nevera, que nos acabamos comiendo ayer por la noche con los champiñones. Para esta noche, viendo el partido, creo que tomaremos las croquetas y algo de jamón y queso, y el resto de la semana vamos tirando con las cosas que hay preparadas, las frescas y las congeladas. A mis hijos le damos una vez a la semana pasta proteica con salmón y brócoli. Yo tomo pasta 0% de igual manera.

La cantidad de cosas que podemos comer incluso cuando seguimos una dieta para adelgazar es asombrosa. Muchas personas caen en la monotonía de comer siempre lo mismo y por eso abandonan el plan nutricional sin perder todo el peso que se habían marcado como objetivo. En mi opinión, es mucho más sencillo comprar en el mercado que en el supermercado, además de más barato. Como explico en el libro, en el supermercado existen multitud de alimentos procesados que llevan azúcar, fécula y otros ingredientes cargados de carbohidratos, mientras que en el mercado casi todo lo que encontramos es producto fresco y natural. Mi recomendación, para ayudarle a adelgazar, es que se pasee por el mercado y recuerde la gran variedad de carnes y pescados que puede comprar al peso y las distintas formas que se le ocurren de prepararlo. Tenga en cuenta, como hago yo, que muchos alimentos los puede preparar y dejar unos días en la nevera para ir comiéndolos cuando mejor le convenga.

Falsa Pizza de Atún sin Hidratos

Falsa Pizza de Atún

Esta receta la ideó mi mujer ante la insistencia de mis hijos de cenar pizza cada dos por tres, así que si la haces y te gusta, el mérito es suyo y no mío. El objetivo era crear una pizza baja en hidratos de carbono y consiguió crear una falsa pizza con 0% carbohidratos que los niños devoran con entusiasmo, suyo y nuestro, porque comen bien.

No hay que perder de vista la idea de que es una «falsa» pizza, pues no lleva una base hecha con harina sino con huevo, por lo que aunque de sabor es muy similar, de textura es más blanda. Dicho esto, se prepara mucho más rápido que una pizza tradicional, no requiere horneado y es tremendamente más sana.

Receta de falsa pizza de atún sin hidratos de carbono

  • Partes: 2-3
  • Dificultad: Fácil
  • Imprimir

Deliciosa pizza baja en carbohidratos ideal para tomar en familia y no engordar comiendo

Tiempo de Preparación: 5 minutos

  • Dificultad: Baja
  • Valor Nutricional: Muy Bueno
  • Coste: Bajo (2,2€ por ración individual)

Ingredientes de esta deliciosa pizza sin carbohidratos:

  • 1 Huevo grande (XL, 73g o más) (0,40€)
  • 1 Lata pequeña de atún en aceite de oliva (1,50€)
  • 1 Cucharada de tomate frito sin azúcar (0,10€)
  • Un poco de mozzarela rallada (0,20€)
  • Una pizca de orégano
  • Unas gotas de aceite de coco

Instrucciones de preparación de esta receta sin carbohidratos:

Preparamos la sartén en el fuego intenso con unas gotas de aceite de coco para que no se pegue el huevo. Batimos el huevo y lo vertemos en la sartén, moviendo la misma hasta conseguir que el huevo ocupe toda la base de la misma. Bajamos el fuego al mínimo y dejamos que la tortilla se vaya haciendo. Ponemos una cucharada de tomate frito sobre la tortilla, incluso si el huevo no ha acabado de cuajarse por la cara superior y esparcimos el tomate por toda la superficie. De inmediato añadimos un poco de mozzarella rallada y el atún y dejamos la sartén en el fuego flojo unos minutos hasta que el queso se derrita y el atún se caliente. Sazonamos con un poco de orégano y ya está lista para servir. Se hace en unos minutos y como veis en la foto, no desmerece para nada.

Un par de aclaraciones: si la mozzarella rallada es de verdad mozzarella, y no una pasta de imitación, no tendrá carbohidratos. En cuanto al tomate frito, lo idóneo es buscar uno que no tenga azúcar añadido (buena suerte), pero a unas malas, podéis usar tomate triturado (aseguraros que no tiene azúcar) que podéis freír unos segundos para evitar que tenga más hidratos de carbono que los que proceden del tomate, que no son demasiados. Alternativamente, venden una salsa de tomate con 0 hidratos y 0 calorías, pero aún no la he probado así que todavía no la puedo recomendar…

Capítulo 1: Adelgazar, Engordar, Ganar y Perder Peso

 

¿Quieres saber si te gustará mi libro? ¿Estás pensando leerlo pero no sabes si te resultará interesante? Aquí te dejo el primer capítulo del libro titulado «Engordar, Adelgazar, Ganar y Perder Peso» para que veas que tipo de lectura puedes esperar si te decides a leer el libro y cambiar tu rutina nutricional para adelgazar de manera sana, rápida y permanente.

Si prefieres descargar este capítulo del libro Adelgazar sin Milagros de manera Sana, Rápida y Permanente en formato PDF, pincha aquí.

Portada del libro Adelgazar sin Milagros

Portada del libro Adelgazar sin Milagros

Engordar, Adelgazar, Ganar y Perder Peso

Si le pregunto lo que significa Engordar seguramente me dirá que se trata de ganar peso y si le pregunto lo que significa adelgazar es muy probable que me diga que significa perder peso. Aunque, en general, estos conceptos se usan como sinónimos, la realidad es que no significan lo mismo. Engordar es aumentar la masa corporal añadiendo grasa a nuestro tejido adiposo. Aumentar la masa a base de grasa es un proceso que nos desfigura, hace mella en nuestra salud, y nos debilita, y se trata en definitiva de una enfermedad llamada obesidad. La obesidad es, sin duda alguna, junto con la diabetes tipo II con la que está estrechamente relacionada, uno de los grandes problemas del ser humano en nuestros tiempos.

Por el contrario, aumentar la masa corporal a base de músculo nos hace más esbeltos y es altamente beneficioso para nuestra salud. Por lo tanto, ser conscientes de que las básculas tradicionales lo que miden es la masa corporal es primordial para entender estos conceptos. Las básculas más avanzadas miden porcentajes de grasa corporal o incluso de músculo esquelético y grasa visceral, y comprender bien lo que ocurre en nuestro cuerpo es muy complicado si no sabemos lo que está ocurriendo con las proporciones de grasa y músculo en nuestro organismo.

Dicho esto, aumentar un kilo nuestra masa corporal no tiene porqué significar que hemos engordado. Lo mismo ocurre con los conceptos adelgazar y perder peso. Lamentablemente, muchas dietas que prometen ayudarle a adelgazar lo que hacen realmente es fomentar su pérdida de peso (de masa corporal) dejando prácticamente intactas sus reservas acumuladas de grasa en el tejido adiposo. Escoger un plan nutricional que esté enfocado a perder grasa y aumentar masa muscular, incluso si no se pierde un gramo de peso, es fundamental para disfrutar de una buena salud. Me refiero a la famosa frase “convertir grasa en músculo”.

Además de la grasa y los músculos, el agua juega un papel muy importante en la masa de nuestro cuerpo. Como recordará del colegio, en los adultos cerca del 65% de nuestro cuerpo está formado por agua que se encuentra en el interior de las células. En los niños el porcentaje es aún mayor situándose en el 75%. Como es lógico, el agua que se encuentra dentro de nuestras células es responsable de una gran parte del peso que nos muestra la balanza por las mañanas.

Es de vital importancia comprender que aumentar o disminuir nuestra masa corporal no significa necesariamente que hemos adelgazado o engordado, sino que puede ser debido a otros factores. El objetivo de este libro es mostrarle como adelgazar, como perder los kilos de grasa que tiene acumulados. Estos kilos de grasa, como es lógico, van en paralelo con la pérdida de peso, pero no necesariamente son el mismo valor. Usted podría perder 10 kilos de grasa y 7 kilos de peso con relativa facilidad si aplica un entrenamiento muscular concentrado a la vez que sigue su plan nutricional que le haga ganar 3 kilos de músculo. Del mismo modo, podría perder 7 kilos de grasa y 10 kilos de peso si sigue un plan nutricional poco adecuado a sus necesidades que consuma además parte de su tejido muscular.

En casos extremos, algunos planes nutricionales basados sobre todo en el recuento de calorías, hacen que usted pierda peso sin prácticamente eliminar grasa. Esto no es adelgazar, es desnutrirse. Lo mismo ocurre con los planes que basan su pérdida de peso en el deporte, sobre todo en el deporte basado en ejercicio cardiovascular prolongado. Las cantidades de agua y músculo que se pueden perder haciendo mucho deporte de tipo cardiovascular pueden cegarle pensando que está adelgazando con toda naturalidad, cuando, sin embargo, es probable que no esté consumiendo sus reservas de grasa en la medida que esperaba. El ejercicio cardiovascular prolongado, si no va acompañado de una nutrición adecuada al esfuerzo, puede ser bastante dañino para el organismo.

La grasa que el cuerpo humano almacena es la que produce el propio cuerpo a partir de la energía ingerida en exceso. El objetivo del organismo al almacenar esa grasa no es otro que el de poder usarla más tarde cuando se agoten las reservas de energía en la sangre. Si, por motivos que más tarde veremos, usted no consigue que su organismo libere esa grasa de vuelta al torrente sanguíneo para que pueda ser utilizada como energía, fracasará en su intento por perder la grasa acumulada. Por lo tanto, es muy importante comprender que el objetivo primordial de un plan nutricional para bajar de peso debe ser la pérdida de la grasa y no la pérdida de kilos de peso sin importar de dónde han salido.

Por ponérselo de una manera sencilla de comprender, cuando usted tiene hambre, su cuerpo le está diciendo “¡Se nos agotan el combustible y los nutrientes, necesitamos comer!” pero como usted habrá comprobado, en ocasiones tenemos hambre incluso después de haber comido recientemente y, lo que es más curioso, teniendo suficiente energía almacenada, nuestro cuerpo nos sigue pidiendo que comamos más. ¿A qué se debe esto? ¿Por qué no consume sus propias reservas de energía? Como pronto descubrirá, es una consecuencia más de la pobre alimentación que seguimos por mucho que nos empeñemos en llamarla de las maneras más atrayentes posibles como “alimentación sana y equilibrada” o “dieta equilibrada”.

La verdad es que en circunstancias normales, su cuerpo debería ser capaz de quemar grasas acumuladas cuando necesite energía adicional y los almacenes de tejido adiposo, conocidos comúnmente como michelines, nunca deberían alcanzar los tamaños que alcanzan en nuestra sociedad. En este libro le voy a explicar qué sucede en su cuerpo para que, pese a tener cantidades desorbitadas de grasa almacenada en algunos casos, su organismo no sea capaz de usar esa grasa como combustible y, pese a sus esfuerzos, no consiga adelgazar. Voy a explicárselo de manera sencilla, sin utilizar toda la parafernalia científica, simplificando al máximo los conceptos. Mi objetivo no es otro que asegurarme que comprende las reacciones causa-efecto de lo que come para que usted mismo pueda controlar, de manera sencilla, la grasa que tiene que perder y cómo va a lograr perderla.

Por lo tanto, el objetivo que debe marcarse para mantener la pérdida de peso será perder la grasa acumulada y generar una buena masa muscular en su organismo, y no simplemente perder una cantidad concreta de kilos sin importarle el tipo de tejido del que provienen.

¿Qué te ha parecido este capítulo? Espero que te haya gustado. Este es el estilo directo y concreto que encontrarás en el libro, en el que explico las cosas de manera sencilla sin enredar con tecnicismos. Si te ha gustado y quieres leer el resto, puedes encontrar información sobre como conseguir el libro pinchando aquí.

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La Obesidad: la Enfermedad de los Pobres

Epidemia de Obesidad Infantil

Epidemia de Obesidad Infantil

En estos días paso con cierta frecuencia por un barrio de mi ciudad de los menos favorecidos. He leído en reiteradas ocasiones que la obesidad infantil está íntimamente ligada a los recursos económicos familiares y cuando paso por este barrio presto especial atención a los transeúntes.

Lo cierto es que los niños no son los únicos que necesitan adelgazar. Al contrario, parece que un porcentaje muy elevado de los habitantes de esta zona de la ciudad necesitan perder peso urgentemente. La abundancia de alimentos basados en los carbohidratos refinados a muy bajo coste hace que muchas de las familias que viven en este tipo de barrios se vea abocada a utilizarlos como base de su alimentación. Es comprensible. Un kilo de macarrones debe costar de media menos de dos euros y un kilo de ternera, por muy barata que sea, difícilmente va a bajar de nueve o diez euros.

No hace falta que repita que es imposible adelgazar basando la dieta en carbohidratos, especialmente los refinados, pero es que además utilizarlos como base nutricional conduce a la obesidad. Se da la circunstancia de que las pastas, los arroces, las harinas, las féculas, los azúcares y demás alimentos baratos están todos basados en los carbohidratos y aunque la pirámide nutricional nos dice que llevemos una dieta con una amplia base de carbohidratos, ya sabemos de sobra que se trata de una mentira enorme como denuncio en el libro. Para colmo, los fabricantes de alimentos tienen a los niños en el punto de mira con productos especialmente diseñados para llamar su atención y basados del mismo modo ya no sólo en carbohidratos refinados, sino en las perjudiciales grasas hidrogenadas.

Todas las personas que conozco que han conseguido adelgazar de manera sana -conservando su masa muscular- lo han hecho siguiendo planes nutricionales basados en la proteína y la grasa. Mucha gente confunde esto con llevar una dieta hiperproteica. Los teóricos peligros de las dietas hiperproteicas (aquellas en las que se ingieren más proteínas de las necesarias) dan para escribir bastante, pero lo que realmente me llama la atención es que no se haya acuñado un término para las dietas en las que se ingieren más carbohidratos de los necesarios. Si, ya se que son dietas hipercalóricas y que no sirven para adelgazar, pero su nombre pone en el dedo en las calorías, y no en la llaga, que es el origen de las calorías, en este caso los carbohidratos.

La población menos favorecida tiene dificultad para adelgazar y en general tiende a la obesidad. Ya dedico un capítulo entero en el libro llamado «No se engañe, adelgazar es caro» a hablar con detalle de este preciso tema, pero me ha parecido interesante compartir esta reflexión acerca de la relación entre la obesidad y la economía ahora que puedo ver sus efectos a diario. Cuando vivía en EEUU teníamos en la empresa en la que yo trabajaba una secretaria que había sido madre soltera y siempre contaba las dificultades económicas por las que había pasado a lo largo de su vida. Solía decir que había alimentado a sus hijos a base de pasta con rodajas de salchichas tipo Frankfurt y patatas y, no en vano, ambas hijas lucían un pronunciado sobrepeso.

No tengo ninguna duda al respecto: elimine las proteínas de calidad (caras) de su dieta y aumente la ingesta de carbohidratos (baratos) y tendrá la receta perfecta para la enfermedad de los pobres: la obesidad.

 

Alimentos del Futuro: buenos para adelgazar

Macarrones de Proteinas

Macarrones de Proteinas

Bueno, en realidad son más bien alimentos del presente, porque ya existen y están disponibles, pero con el título quería llamar la atención sobre una nueva tendencia -todavía insignificantemente pequeña- en la fabricación de alimentos que aboga por una modificación radical de los valores nutricionales digamos «convencionales».

En efecto, en algunos países la población está librando su batalla particular contra el sobrepeso, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares modificando sus hábitos alimenticios. Todo apunta a que Suecia está a la cabeza de este movimiento, pero no es ni mucho menos el único. Está bastante claro que para adelgazar de manera sana, rápida y permanente -como explico en el libro- es necesario reducir drásticamente la ingesta de hidratos de carbono y muy en especial los refinados.

Pues bien, algunos fabricantes de alimentos no parecen dispuestos a dejar pasar esta oportunidad y están creando alimentos con un balance nutricional mucho más adaptado a los requisitos nutricionales de esta creciente población entre la que lógicamente me incluyo. En Barcelona, un fabricante llamado comercialmente Clarou ha creado una gama de alimentos rica en proteínas de calidad y baja en carbohidratos, sin azúcar y evitando los hidratos de absorción rápida. Cuando uno rasca un poco averigua que la marca Clarou pertenece a Central Barcelonesa d’Ous S.A. y se trata en realidad de un productor de huevos, que de proteínas seguramente sabe bastante.

El caso es que sus productos me han llamado la atención. Para empezar, tenemos los macarrones de proteínas (Protein Pasta) que es una pasta rica en proteínas (35 gr por cada ración de 62 gramos de pasta) y con carbohidratos de bajo índice glucémico. No creo que debamos comer esta pasta todos los días, pero desde luego el día que decida comer un plato de pasta tengo claro que será de esta.

Para desayunar tienen un preparado para tortitas a base de clara de huevo con Avena. Sorprende que este preparado contiene el 40% de proteína y el 42% de carbohidratos de bajo índice glucémico, algo inaudito hasta ahora en un preparado de harina.

Diet Cookies con Chocolate Negro

Diet Cookies con Chocolate Negro

Como postre o tentenpie, Clarou ofrece tres tipos de Diet Cookies, con pepitas de chocolate negro, con pepitas de chocolate blanco y con almendras. Una vez más, una composición sorprendente para una galleta con un 36% de proteínas de alta biodisponibilidad y un 43% de hidratos de bajo índice glucémico. Lógicamente, no le estoy diciendo que trate de adelgazar comiendo estas galletas, sino que las tenga presentes -sobre todo si tiene hijos- para el día que quiera darse un capricho razonablemente sano.

Estos productos siguen teniendo una cantidad considerable de hidratos de carbono (aunque muy inferior a los productos tradicionales), pero su ventaja es que son de bajo índice glucémico, que tienen una buena cantidad de proteína proveniente del huevo, que no tienen azúcar y que contienen una buena fuente de fibra insoluble, necesaria para el correcto funcionamiento de nuestro aparato digestivo.

Me parece además que para los niños es una alternativa magnífica a la pasta tradicional y la bollería industrial que toman en la actualidad, así que yo ya he hecho mi primer pedido.

Falta de Educación

MyPlate

MyPlate

Uno de los problemas que tenemos que solucionar para poder enfrentarnos a la epidemia de obesidad y diabetes que nos asola es la falta de educación que existe sobre la nutrición. En realidad, más que educación nutricional, lo que recibimos es adoctrinamiento confundido. Hace ya muchos años que sabemos que algunas de las «grandes verdades» sobre la nutrición son en realidad falsedades y sin embargo nos dedicamos a repetirlas sin cuestionarlas. Creo que fue Ortega y Gasset quién dijo «Además de enseñar, enseña a dudar de lo que has enseñado». Es una lástima que en nuestro sistema educativo no se tenga este principio tan importante para la investigación en cuenta.

En el proceso de adelgazar y en la búsqueda de la pérdida de peso en general, muchas personas intentan adaptar sus hábitos alimenticios a la educación que han recibido, que no es otra que la pirámide nutricional. Los libros de texto de los colegios de este año vuelven a incluir la pirámide nutricional en el temario y vuelven a adoctrinar a los niños sobre los alimentos que son «buenos» y los que son «malos». Es una situación lamentable. Incluso los inventores de la pirámide nutricional, que fueron los Norteamericanos, hace años que la sustituyeron por un nuevo gráfico -que también contiene algunos errores pero que se aproxima más a la realidad- llamado My Plate. Incluso algunas instituciones educativas de primer nivel como Harvard ya se están cuestionando los fallos de MyPlate y han publicado su propia versión actualizada.

Sin embargo, en España, seguimos enseñando lo mismo que enseñábamos hace 30, 40, 50 o incluso 60 años sin cuestionarnos si lo que enseñamos es correcto o no. En el libro Adelgazar sin Milagros hablo bastante acerca de la pirámide nutricional y My Plate, así que no voy a repetirme aquí, pero baste como prueba que el uso de la pirámide nutricional, lejos de producir el efecto deseado en la sociedad que no era otro que la pérdida de peso y mejora de la salud, ha producido exactamente el efecto contrario. Nadie ha perdido peso siguiendo esta rutina nutricional y desde luego ni una sola persona ha mejorado su salud.

En algunos países como en Suecia, ya han dado el primer paso para desaprender lo aprendido y la tendencia de reducir drásticamente los hidratos de carbono en la dieta en beneficio de las grasas y las proteínas ha calado fuerte en la sociedad, que está experimentando una mejoría física generalizada.

Nosotros, sin embargo, nos dedicamos a repetir lo erróneo, sin pensarlo, sin cuestionarlo, y desde luego sin analizarlo, y esto no es fruto de la casualidad, sino de nuestra falta de educación. Si quiere adelgazar de manera sana, rápida y permanente, olvide lo aprendido hasta ahora en nutrición, cuestiónese cualquier cosa que le hayan dicho -incluido lo que le digo yo- y compruebe usted mismo lo que funciona y lo que no. Perder peso de manera natural es mucho más sencillo de lo que la gente piensa. En el libro explico algunos ejemplos que la gente puede seguir para perder peso de manera rápida. Estos ejemplos funcionan a la perfección en todo el mundo, y sin embargo son contrarios a lo que nos enseñan a diario. ¿Cómo es posible? ¿No será que lo que nos enseñan no es cierto?