Vuelven las clases y vuelven las dudas sobre la comida de los niños en el colegio. En estos días leo todo tipo de recomendaciones por las redes sociales, y muchas de ellas se nota que proceden de personas sin hijos. En mi opinión, garantizar la buena alimentación de nuestros hijos depende no sólo de los alimentos que les ofrezcamos, sino de su grado de aceptación de dichos alimentos. Anoche hablaba con el representante de una empresa de alimentación dietética Estadounidense en Georgia y me decía que habían tenido éxito durante 25 años porque sus productos, además de nutricionalmente buenos, eran sabrosos y tenían una buena textura. En otras palabras, no te venden suelas de zapatos para que pierdas peso, sino alimentos que te gustan y te sientan bien a partes iguales, y por ello consiguen que seas fiel al plan nutricional que proponen.
Con los niños pasa más o menos lo mismo. Si te ocurre como a mí, para la comida del colegio dependes enteramente de dos cosas: por un lado, del menú que les pongan por delante en el colegio y, por otro lado, de la formación que le ofrezcas en casa y la merienda que le metas en la mochila. Yo no puedo evitar que a mis hijos les pongan por delante un plato de pechuga con patatas fritas o con arroz hervido, pero sí puedo trabajar a diario para que entiendan la importancia que tiene comerse la carne por encima de las patatas o del arroz y educarles para que sepan qué parte del plato es la que deben comerse porque es la que les proporciona salud y vitalidad. Si se dejan algo, que sean las patatas o el arroz, no la carne o el pescado. Y en este punto debo admitir que la tarea educativa es más cosa de mi mujer que mía, porque si bien yo les doy las pautas, la paciencia y la pedagogía las aporta ella sin duda. Sin su trabajo diario en este sentido y el refuerzo que hace de mis ideas en su trato diario con los niños, ellos no lo habrían captado jamás, así que también te aconsejo que busques la alianza de tu pareja en este sentido para tener éxito inculcando estas ideas.
En cuanto a lo que les metemos en la mochila, he leído recomendaciones de todo tipo, desde frutas tipo manzanas a palitos de zanahoria o frutos secos. ¡Seamos realistas! Nuestros niños van al colegio con otros niños y lo más natural es que esos otros niños lleven cosas más apetitosas en la mochila que unos palitos de zanahoria resecos o una manzana. Contra eso es contra lo que estamos luchando cuando ponemos nuestra oferta alimenticia en la mochila: contra sus amigos y sus padres. Luchamos contra galletas Oreo o galletas Príncipe; luchamos contra cruasanes rellenos de chocolate del Mercadona; contra Donuts, contra bollería industrial básicamente y contra zumos embotellados. Y esto es debido a que la bollería industrial y este tipo de alimentos en general es barato de producir y fácil de suministrar. Sin embargo, lo barato sale caro y en el caso de la bollería industrial, ponemos en riesgo la salud de nuestros hijos a largo plazo si tomamos ese camino, pese a que admito que es sencillo y barato. Tienes algunos ejemplos de despropósitos de comidas para niños en la sección Denunciable de este blog que puedes entender resumida en este artículo acerca de la comida para niños llamado Pornografía Nutricional en horario infantil, que escribí hace unos meses.
Cada vez que leo un artículo diciendo mamarrachadas acerca de los supuestos peligros de las carnes procesadas (algo que ya rebatí en mi artículo OMS, Cáncer, Carne Roja, Periodismo y Estupidez) me hierve la sangre. ¿Tan idiotas somos que creemos que darles nuestros hijos jamón o salchichón es peligroso sin pensar en que la alternativa es la bollería industrial? Cuando leo que los huevos suben el colesterol y que debemos limitar su consumo, otra idiotez recurrente en los medios de comunicación, me dan ganas de llamar al periodista de turno y explicarle algunas cosas como las que expliqué en mi artículo Morir de [Miedo al] Colesterol. ¿De verdad nos han convencido para creer que es mejor que nuestros niños desayunen un tazón de cereales ultra-procesados y azucarados que un par de huevos duros o revueltos?
En mi opinión y experiencia, a los niños les suelen gustar los quesos, fiambres y huevos, o cuando menos algunos alimentos de estos grupos y debemos usar esto en nuestro favor para cuidar su salud. Por ello, creo que debemos preparar las meriendas y desayunos de nuestros hijos basándonos en alimentos de esos tres grupos, los lácteos, las carnes y los huevos. Si luego le damos forma de sándwich, pues se la damos, pero tratando de poner un pan razonable alrededor del verdadero alimento. No soy muy amigo de Bimbo ni de los grandes fabricantes, pero una alternativa no demasiado mala y bastante barata para hacer un sándwich para los niños puede ser utilizar su pan Thins, que tiene una buena relación calidad precio. Para economías más alegres, también se puede usar el Protobread de CiaoCarb, que tiene un sabor y textura excelente o el Pan de Semillas LCW, aunque este último quizás no sea del gusto de los niños por su textura más granulosa. También hay diversas alternativas para hacer pan sano en casa, tanto usando preparados como partiendo desde cero.
¿Y qué ponemos dentro de un sándwich para que sea saludable? Pues básicamente carnes, lácteos, pescados y huevos, de cualquier forma y de la mejor calidad posible. Lo mejor que puedes elegir es aquello que a ellos les guste. De nada sirve que les pongas un muy buen jamón cocido si resulta que no les gusta el jamón cocido. Se lo van a dejar. Alternativamente, y esto es algo que yo hago con bastante frecuencia, en lugar de un sándwich les pongo un pequeño tupper con un «picoteo» de cosas que sé que les gusta: algo de queso, un poco de fuet, un poco de jamón serrano o ibérico, quizás un huevo duro… Las opciones son infinitas en este sentido y es sencillo. En los últimos años, los tupper que se llevan han ido creciendo y el motivo es que los amigos de mis hijos siempre están dispuestos a picar un poco, de ahí que esté convencido de que esta opción es buena para cualquier niño. Hace tiempo escribí este artículo con algunas ideas que quizás te vengan bien para el desayuno de tus hijos.
Por último, solo recordarte que los cuerpos de tus hijos están formados por agua, proteínas y grasas, que ninguna comida es nutritiva si no lleva estos nutrientes, por mucha energía que pueda aportar. Lo que buscamos con la nutrición no es simplemente proporcionar energía a nuestro cuerpo, sino proporcionar los materiales de construcción para que el organismo pueda construir todo lo que necesita. Esos materiales no los vas a encontrar en la bollería industrial ni en los alimentos «diseñados» para niños por las grandes corporaciones. Al contrario, ahí lo que vas a encontrar es cantidades ingentes de azúcar y de energía vacía. No te dejes llevar por los titulares y lee el fondo de las noticias. No encontrarás un solo estudio que defienda que desayunar cereales de desayuno, zumo embotellado, galletas o bollería industrial tiene beneficio alguno para la salud de tus hijos.