He tenido recientemente dos consultas acerca de como comer para ganar peso o incluso para mantenerlo cambiando los porcentajes de grasa y músculo del cuerpo. Hoy voy a tratar de responder por la parte deportiva y mañana lo haré por la parte nutritiva en una serie de dos artículos que van necesariamente de la mano.
Efectivamente, no todo en la nutrición es adelgazar. También podemos utilizar una alimentación adecuada para otros fines distintos a la pérdida de peso. Lo que nunca debemos olvidar es que, sea cual sea el objetivo de peso, lo más importante es nutrir nuestras células constantemente. No me canso de repetir que la regeneración celular se produce en nuestro cuerpo de manera constante y que si los nutrientes necesarios (aminoácidos esenciales y ácidos grasos esenciales, o sea, proteínas y grasas) están disponibles en la sangre, la regeneración celular se produce en un entorno mucho más propicio y, como explica Jaime Brugos en su libro La Isodieta, frena el envejecimiento.
Uno de los problemas que tienen las personas que realizan ejercicio prolongado a diario, ya sea corriendo, montando en bicicleta o practicando cualquier deporte que requiera mucha energía de manera continuada, es que pierden peso de manera excesiva reduciendo su masa muscular. El cuerpo humano es una máquina y como todas las máquinas, requiere energía para ponerse en movimiento. Normalmente, el organismo utiliza glucosa como combustible. También puede utilizar grasa, como cuando ajustamos el plan nutricional para adelgazar y, en extremo, puede utilizar proteínas. Pues bien, analicemos primero lo que le ocurre a las personas que realizan ejercicio continuado varios días a la semana.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que el cuerpo humano tiene serias dificultades para almacenar glucosa. La poca glucosa que puede almacenar la almacena como glucógeno hepático y glucógeno muscular. Esta glucosa es la primera que utilizan los músculos para producir energía (movimiento). Supongamos, por un momento, que cogemos una pesa de mano de varios kilos y comenzamos a realizar repeticiones ejercitando el bíceps. Al principio, la pesa nos parecerá liviana. Esto se debe a que tenemos las reservas de glucógeno muscular al máximo. Conforme vamos haciendo repeticiones, la pesa nos parece más pesada, nos cuesta más levantarla y bajarla, lo que indica que se están agotando las reservas de glucógeno. El corazón aumenta las pulsaciones, tratando desesperadamente de llevar más glucosa al bíceps, que sigue realizando repeticiones sin parar. Al final, llega un momento en el que el bíceps no puede más, sufrimos un pequeño espasmo muscular (a veces un calambre y otras veces un agarrotamiento del músculo) y definitivamente no podemos seguir haciendo repeticiones porque el glucógeno muscular del bíceps se agotó por completo y el corazón no es capaz de bombear suficiente glucógeno para reponer las reservas. Sin embargo, si después de este desgaste reposamos unos minutos, veremos que podemos retomar las repeticiones sin problema, y a mayor el descanso, más repeticiones podremos hacer. Esto se debe a que la reserva de glucógeno se ha cargado mientras reposábamos.
¿Qué les ocurre a las personas que, en lugar de realizar un ejercicio intenso y concentrado, como las pesas, realizan un ejercicio constante y prolongado? Pues básicamente que fuerzan al organismo en varios frentes a la vez. El primer frente es el cardiovascular. El ejercicio constante nos eleva las pulsaciones y nos las mantiene elevadas continuamente durante todo el ejercicio. Por su parte, el ejercicio concentrado nos eleva las pulsaciones durante un período pequeño de tiempo y luego nos las baja durante el descanso entre series. ¿Y qué tiene esto de particular? Básicamente, que el corazón también está compuesto de tejido muscular y necesita combustible para funcionar. ¿Has escuchado alguna vez que a un corredor de los 100 metros lisos o a un nadador de los 25 metros estilos le haya dado un infarto practicando su deporte? Por el contrario, ¿Cuántos casos conoces de corredores o jugadores de futbol que se hayan desplomado muertos practicando su deporte después de un esfuerzo continuado?
Retomando el tema del peso corporal y como se ve afectado por la actividad física, analicemos someramente algunos casos conocidos. Pongamos el ejemplo de Cristiano Ronaldo. Cristiano es un jugador explosivo, que no se pasa todo el partido corriendo sin parar, sino que espera pacientemente la pelota para, una vez la recibe, arrancar a toda velocidad en una cabalgada que no suele durar más de 10 o 12 segundos. Transcurrida este tiempo, vuelve a una actitud de cierto reposo. Este ejercicio concentrado que realiza le hace poseer un físico envidiable, pues fomenta el aumento de su masa muscular. Lo mismo le ocurre a otros deportistas como los corredores de sprint o los nadadores. Sin embargo, si analizamos la composición corporal de los velocistas de fondo o los ciclistas, sus cuerpos son mucho más delgados. Si, como es lógico, tienen los músculos absolutamente marcados por su falta de grasa acumulada, pero el tamaño de los músculos es irrisorio si los comparamos con los que practican ejercicio concentrado. ¿Cómo será por tanto el corazón de unos y otros?
Cuando realizamos ejercicio continuado, lo primero que nuestro organismo devora es la glucosa, la circulante en sangre y el glucógeno almacenado. Después comienza a quemar las grasas, primero las circulantes en sangre y después las acumuladas. Pero lo que ocurre después, la base del problema, es que cuando se acaban las grasas y se requiere producir más energía, hay que meterle mano a las proteínas, primero las circulantes en sangre y después, desafortunadamente, las acumuladas en el cuerpo. ¿Y donde se acumulan las proteínas en el cuerpo? Si, lo has adivinado, en las fibras musculares. De ahí que al realizar ejercicio continuado sea muy difícil por no decir imposible aumentar considerablemente la masa muscular pues todos los esfuerzos son en vano cuando nuestro organismo acaba utilizando esa misma masa muscular como combustible para generar la energía necesaria que el cuerpo requiere para el desarrollo de la actividad.
Visto esto, y antes de dejar el tema del deporte para centrarme en el próximo artículo en la nutrición, debemos meditar seriamente qué comemos y cuando lo comemos si vamos a realizar deporte continuado. La importancia es vital en el sentido literal de la palabra. Siempre se ha dicho que para este tipo de ejercicio, lo más importante eran los carbohidratos refinados, pues son una fuente de energía instantánea. Sin embargo, sabemos de sobra que esto ya no es tan cierto como parecía. Muchos deportistas están modificando la nutrición que realizan antes del entrenamiento para evitar perder masa muscular y disponer de manera continuada de las calorías necesarias para realizar la actividad.
De los tres tipos de alimentos que producen energía, dos tienen un mismo aporte calórico y otro aporta casi el doble. Las proteínas y los hidratos de carbono aportan unas 5 calorías por gramos mientras que las grasas aportan 9. Los carbohidratos, en especial los complejos y/o refinados, aportan una fuente de energía inmediata. Esto es interesante a corto plazo, pero no lo es tanto a medio y largo plazo. En efecto, si vamos a practicar media horita o cuarenta y cinco minutos de ejercicio continuado, los carbohidratos pueden ser suficientes para darnos esa energía que vamos a utilizar. Sin embargo, si nos vamos por encima de ese tiempo, los carbohidratos no serán suficientes y tendremos que recurrir a la proteína y la grasa. Las proteínas pueden ser de asimilación rápida (como el suero o whey) o de asimilación lenta, como el caseinato cálcico. Esto determina el ritmo al que el cuerpo es capaz de convertir el alimento en energía. Un carbohidrato refinado, cuando llega al estómago, se convierte casi de inmediato en glucosa y fructosa, energía inmediata. Por su parte, las proteínas y las grasas requieren unos ciclos más complejos y su conversión dura más tiempo. Esto se traduce en un aporte constante de energía durante más tiempo.
Por lo tanto, y para poner un punto y seguido en este tema, prestemos atención a lo que comemos antes del entrenamiento, sea del tipo que sea, y dejemos atrás el mito que reza que un plato de pasta es todo lo que necesitamos antes de entrenar… a no ser, claro está, que esa pasta lleve una considerable porción de carnes (proteína), aceite (grasa) y queso (proteína y grasa). Mañana retomo el tema con lo que debemos comer para aumentar la masa muscular y cómo debemos comerlo, para variar nuestros porcentajes de grasa y músculo.
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